El Canal de San Indalecio (CSI) es un sistema hidráulico creado a finales del siglo XIX,
cuyas infraestructuras (con algunas modificaciones recientes) aún se encuentran en uso hasta algunas
zonas del término municipal de Huércal de Almería (foto 1).
Éste se localiza en la cuenca del Bajo Andarax (Almería), y más concretamente en una franja de territorio
situada en la ribera de poniente del río Almería (como comúnmente se denomina al
río Andarax en su zona baja), dentro de los siguientes límites geográficos (foto 2):
El Canal de San Indalecio fue impulsado por un grupo de representantes de la élite
económica y política de la Almería de fin de siglo agrupados en la Sociedad de Nuevos
Riegos de San Indalecio. En el momento de su formación esta sociedad estaba formada por
cien socios, de los cuales el Ayuntamiento de Almería era con diferencia el que mayor
número de horas de agua poseía (100 horas). Dieciséis de estos socios formaban la Junta Directiva.
En el momento de su puesta en marcha, el presidente de la sociedad era Indalecio de Córdoba Escámez,
el cual tenía ocho concesiones mineras para extraer plomo en distintos lugares de Almería,
Gádor y Níjar, y el 80% de las acciones de la mina de azufre El Trovador; el
vicepresidente, Gerónimo Abad Sánchez, era el concesionario de la mina de hierro El
Negrito, en Bédar; el tesorero, José Spencer, era banquero; el contador, José Rumy, era
notario; el secretario, José Ramón Vicente, abogado; y los vocales, Francisco Jover y
Berruezo, alcalde de la ciudad en 1859; Antonio Campoy Robles, alcalde del
Ayuntamiento de Almería en la I República; Manuel Orozco, tenía una empresa de
fundición y laminado de hierro ligada al sector minero; finalmente, Joaquín
Ramón García y Francisco Barroheta, eran abogados.
Además de los abogados —conocedores de las medidas legislativas que en cuestión de aguas surgieron a lo largo de todo el siglo XIX— y políticos del momento, destacan también una serie de personas vinculadas directamente con el sector minero. A la influencia de estos últimos puede deberse una de las principales características de este sistema hidráulico: las galerías de conducción.
Según la Memoria de los trabajos realizados por la junta directiva de la Sociedad de Nuevos Riegos San Indalecio durante el año 1897, las labores de diseñar y dirigir las obras del CSI recayeron sobre el arquitecto provincial y diocesano D. Enrique López Rull (1846-1928).
Titulado en la Escuela de Arquitectos de Madrid el 18 de Octubre de 1869, López Rull se sitúa como uno de los arquitectos más destacados de finales del siglo XIX y principios del XX del panorama almeriense. Si bien sus obras iniciales destacan por un marcado carácter historicista, durante los primeros años del siglo XX su estilo evolucionará hacia el Modernismo. En su primera etapa se inscribe el Canal de San Indalecio, el cual muestra en los detalles decorativos de algunas balsas los rasgos historicistas señalados anteriormente. Otras obras de su primer periodo son, a modo de ejemplo, el edificio de la Compañía de María, la Ermita de San Antonio de Padua en el barrio de Los Molinos, o la Plaza de Toros y la Basílica de Nuestra Señora del Mar, ambas proyectadas junto a Trinidad Cuartara, con el cual coincidió en la Escuela de Arquitectos de Madrid.
Otro protagonista destacado que mostró su interés en el CSI fue el ingeniero belga D. Luís Siret. Según una noticia de La Vanguardia del 11 de febrero de 1926, éste estuvo inspeccionando el alumbramiento del pozo de Zamarula.
A partir de la información recopilada a través de las fuentes consultadas, se puede señalar que las aguas transportadas por el CSI tenían una doble finalidad. Por una parte, según consta en la escritura de la Sociedad de Nuevos Riegos de San Indalecio, ésta iba a ser empleada para poner en cultivo terrenos incultos situados a ambos lados de la carretera a Granada desde el municipio de Almería hasta el de Benahadux; sin embargo, por otra parte, teniendo en cuenta el número de horas a las que tenía derecho el Ayuntamiento de Almería y las referencias halladas en La Crónica Meridional del día 29 de enero de 1914, parece claro que las aguas también estaban destinadas a abastecimiento urbano de la zona norte de la ciudad.
Pulsa sobre los enlaces del cuadro para obtener más información.
El Canal de San Indalecio es un sistema hidráulico compuesto por una serie de construcciones que se han ordenado en tres grupos para su mejor comprensión: captación, conducción y almacenamiento.
En el momento de su creación, según el convenio firmado entre los representantes de la fuente de Benahadux y la Sociedad de Nuevos Riegos de San Indalecio con fecha de 3 de Agosto de 1876, estaba previsto que el canal se surtiese de los sobrantes que excediesen de trescientos metros cúbicos por hora que se reservaban los propietarios de la Fuente de Benahadux (foto 3).
Sin embargo, pesar de que se hicieron diferentes prolongaciones en la Fuente de Benahadux que dieron por resultado el aumento de las aguas, la carencia de recursos hídricos debió ser constante. Como resultado de esta situación, en el blog De Urke a Benahadux se señala lo siguiente:«el canal recibe el aporte de una fuente que en 1914 se la conocía como La Constancia y que era de corto trazado, pues nacía debajo del depósito de agua de la Viña, bajaba (y baja) el pequeño barranco de los Castillejos y su galería pasa por encima de la del Canal a la altura de la carretera Nacional, al oeste, y por medio de un “tapón cónico” desagua en dicho canal».
Del año 1926 existen noticias sobre el empleo de bombas a motor en pozos de nueva creación destinados a aumentar el caudal del Canal de San Indalecio. Un ejemplo de estos pozos es el que se encuentra en Zamarula (Benahadux) (foto 4). En este aún se conserva la caseta en la que se transformaba la electricidad de 6000 voltios a 220 V (foto 5). La compañía encargada de suministrar esta electricidad los primeros años fue FMVL (Fuerzas Motrices del Valle de Lecrin); sin embargo, en 1946 ésta fue comprada por la Hidroeléctrica del Chorro. Como resultado de la reutilización de las infraestructuras de la primera compañía por la segunda, actualmente todavía es visible las siglas de ambas compañías en la caseta transformadora señalada anteriormente.
En el trazado principal, los elementos constructivos destinados a conducción son los siguientes:
Los canales del CSI se caracterizan en general por presentar una sección casi cuadrada, y por discurrir por una pendiente muy suave. En función de las características del terreno por el que discurren fueron construidos de una manera u otra.
Cuando el terreno no presenta mucha pendiente, estos suelen encontrarse completamente excavados según se muestra en la ilustración A; en cambio, cuando la pendiente del terreno es pronunciada, estos se presentan parcialmente excavados en el terreno, siendo completados mediante la construcción de un muro lateral de mampostería según se muestra en la ilustración B. En ambos casos, los canales suelen ir revestidos finalmente con una capa de mortero de cal.
En los ramales secundarios es posible ver algunas variantes como canales en altura o caederos. Mientras que los primeros se caracterizan por elevarse en altura para mantener el nivel necesario hasta su destino, los segundos se caracterizan por tener una fuerte pendiente, así como por reducir el tamaño de su sección (foto 6). En el caso de los canales en altura, a veces se encuentran aligerados de material en su zona baja mediante el empleo de arcos de medio punto (foto 7).
En aquellas zonas en las que el nivel del terreno por el que pasa el Canal de San Indalecio da lugar a ramblas, barrancos
o pequeños valles, los acueductos son el recurso empleado para salvar estos accidentes.
Estos se caracterizan principalmente por
su heterogeneidad. Esto se debe, por una parte, a que los acueductos se adaptan a las peculiares características del terreno; y,
por otra parte, a que algunos de estos parecen haber sido construidos con bastantes años de diferencia según muestra la técnica
constructiva.
Los más antiguos parecen ser aquellos realizados con mampostería y sillería localizada en el intradós del arco y jambas del vano central (Ilustración C). Cuando la altura de estos supera los 4,50 m, empiezan a aparecer en éstos otros elementos constructivos como una línea de imposta de sillería localizada entre el arco y el canal conductor, o estribos de sillería flanqueando el arco (Ilustración D).
Variaciones en la topografía dieron lugar a soluciones como la que se muestra en la ilustración E. A diferencia del caso anterior (Ilustración D) en el que el acueducto se realiza con un arco de grandes dimensiones para salvar un barranco, en este ejemplo se recurre al empleo de tres arcos de menor tamaño para atravesar una rambla.
Más modernos en el tiempo parecen ser aquellos acueductos en los que ya no se emplea el arco de medio punto como elemento constructivo. Esta nueva tipología se caracteriza por presentar un canal, realizado en hormigón armado o en hierro, apoyado sobre estribos de sillería (Ilustración F).
Este nuevo sistema constructivo permitió crear acueductos con un vano cuya luz ha alcanzado en el Canal de San Indalecio hasta 12 metros de ancho; sin embargo, cuando la distancia a salvar aumentaba, estos canales emplearon pilas de mampostería como apoyo, dando lugar a acueductos con varios vanos (Ilustración G).
Menos evidente es la asignación temporal de aquellos acueductos formados por más de un arco de medio punto, en los que el ladrillo sustituye a la sillería en el intradós del arco (Ilustración H).
Las galerías son otro elemento de conducción característico del Canal de San Indalecio, ya que estas constituyen aproximadamente un tercio del canal principal.
Según parece, éstas se realizaron inicialmente excavadas directamente en la roca, dando lugar a una forma como la que se observa en la ilustración I; sin embargo, al producirse algunos derrumbamientos en aquellas zonas caracterizadas por un terreno más inestable, éstas galerías fueron reforzadas en su parte superior por dos piezas de sillería labrada. En la ilustración J se muestra cómo estas dos piezas se colocaban con la junta vertical en el sitio de la clave, dando lugar a la creación de una pequeña bóveda ojival.
El almacenamiento de las aguas que transporta el Canal de San Indalecio se realiza principalmente en balsas. Aunque en Huércal de Almería todavía hoy se pueden encontrar algunos ejemplares, la mayoría de las balsas conservadas se encuentran en el municipio de Almería.
En general, éstas se localizan en depresiones del terreno junto a laderas de montes y cerros sobre los cuales se apoyan, dando así lugar, además, al ahorro en materiales, tiempo y mano de obra que supone la construcción de un lateral menos. La técnica constructiva empleada es la mampostería, y la forma dominante es la cuadrangular, reforzada con un número variable de contrafuertes (Ilustración K).
Es también característico, sobretodo en las balsas
cuadrangulares de volumen superior a los 2000 m³, el empleo de detalles decorativos tales como:
Según se observa en la imagen sobre estas líneas, la combinación de ambos motivos han sido también localizados en Almería en las construcciones defensivas de la costa, donde sí desempeñan un papel funcional. Al parecer, estas fortalezas pudieron servir de inspiración al arquitecto D. Enrique López Rull para el diseño de estas monumentales balsas.
Un caso excepcional lo constituye la conocida como Balsa de los Cien Escalones (foto 8). En ésta destaca la ausencia de contrafuertes presentes en otras balsas de similar capacidad. Esto se debe al gran muro con forma de talud de sus lados que actúa como todo un contrafuerte continuo, el cual, además, se encuentra revestido por un sillarejo bastante regular en cuanto a forma y tamaño se refiere.